Adiós a la pesca.
Recuerdo mi primer mosca al agua con serias pretensiones de pesca, en Filo Hua Hum. Recuerdo mi primer trucha, junto a Daniel y el Ruso hace 25 años ya. Recuerdo mis cosquillas en la panza mientras estripaba la guli lentamente por las aguas del lago. Luego, cientos de pescas, gente, lugares, truchas, pueblos, ríos, viajes… una magia que me cautivó completamente, que me hizo conocer mi provincia casi como a mi casa y a la Patagonia como su patio. Luego la invitación de Rubén a dar clases juntos… “ni en pedo, no sé tanto ni creo que sepa hacerlo”. Y acá estamos, 17 años después viviendo (modestamente por cierto) de enseñar a pescar.
De toda esa pasión que supe construir en mi vida de plumas, agua y escamas casi nada queda. La pesca ya no me gusta, no me atrae. El mundo “profesional” de la pesca (al que supuestamente pertenezco) se ha ocupado de destruir parte de mi pasión.
Lo primero fue una desilusión grande al escuchar a mi maestro de instrucción, Mel Krieger, decirnos en la cara a un grupo de argentinos: “Vendan sus autos, hipotequen sus casas, hagan lo que sea necesario pero vayan a pescar al río Grande de Tierra del Fuego”. Me dí cuenta que para pescar en mi río debía vender un auto que nunca tuve. Una pena. Lo estimaba, le creía y admiraba su poesía junto a las condiciones didácticas. Pero ese día la mitad de mi pescador se murió.
Lo segundo fueron mis viajes al sur entre 2005 y 2007, cuando estaba por publicar “Pesca con mosca para los argentinos” y cuando fui a presentarlo. Estuve viajando para Santa Cruz y Tierra del Fuego dando la mayoría de mis cursos gratis, sobre todo en Los Antiguos, regalando docenas de libros y viendo de cerca las cosas un par de años… lo que ví y lo que sentí me llevaron a no querer ir más. Hace años que tengo invitaciones a pescar en Piedra Buena, Gallegos o incluso el conflictivo río Grande de TDF, a todas las he declinado gentilmente. Como pescador, cuando estuve en TDF me sentí extranjero dentro de mi país. Supongo que una sensación similar se podría tener al pisar Malvinas.
Lo tercero es comprobar que en mi lucha (como escritor y en algunas militancias) por el tema accesos de pesca para uso público y sustentable todos me dicen “aguante jipi, no afloje”, pero huevos sigo contando solamente dos sobre la mesa hace años.
Hoy veo guías de truchas que empiezan a trabajar en el norte y para ir cambiando el chip proponen “declarar al Dorado Pez Nacional” sin saber que el dorado ya es el Pez Nacional. A otro comerciante que, durante años tuvo un fly shop al que jamás lo ví embanderarse ni luchar por un río mejor, ahora que tiene una operación de pesca en el río sale a defender “sus” truchas (su negocio) y atacar a la represa que las mata. Esas cosas me generan mucha repugnancia… ¿saben por qué? Porque la pesca no se mancha, viejo. Y veo que no hacen más que mancharla, me la han quitado, la han transformado en un océano de mierda.
A pesar de esto, con muy poco entusiasmo y ganas seguí yendo al río, pescando cada vez menos. La gota que derrama el vaso es que ya hace un par de años me cuestiono si lo que hago está bien. Si esto de ir al río para divertirme haciendo sufrir un pez tiene validez en mi escala de valores y emociones hoy. Y no, ya no tiene sentido realmente. Es como cuando los cazadores dejan la caza, hartos de muerte y sangre, en este caso agravado por un cuadro a nivel profesional en la actividad que deja mucho que desear. A casi nadie le importa el río, su sustentabilidad y el derecho a disfrutar de él. Ayer me enteré que a nada menos que Dave Hughes le está pasando algo similar…
Todo es declamación, todo es figuración, todo es palabrerío al que se lleva la corriente. Casi nadie se compromete. Me he recagado a piñas con un pelotudo que estaba matando 20 pescados y me he morfado tiros sobre mi cabeza solo por pescar en un río que según las leyes es “público”. Para quienes creen que mi posición intransigente, dura y crítica con el mundo comercial de la pesca existe porque de esa manera me promociono como escritor o profe de pesca, quiero que sepan que es justamente al revés. La mayoría de los pescadores están programados por una maquinaria consumista que les hace ver a los tipos como yo “peligrosos” y a tipos como Morales “capos”. Así que ser crítico en realidad es un “antimarketing”.
Yo mismo cuando empecé a instruir creía que todo era decir "yo pesco mejor", "yo sé más", yo, yo yo... mierda. Sinceramente cuando me escriben "genio", "maestro" y esas cosas siento que es inmerecido. Soy cabrón, muchas veces no escucho ni entiendo razones, impulsivo, obtuso en mis posiciones, egocéntrico, mal hablado, fumeta y bizarro. Lo siento.
Lamento ver hoy a personas hablando del pez que pescaron con amor, liberándolo y sentir que lo que hacen está muy mal. No dudo de su sentimiento legítimo, dudo de que lo que hacemos esté bien. Si lo queremos tanto a ese pez realmente no deberíamos molestarlo, hacerlo sufrir o lastimarlo. Si queremos comer un pescado bueno, lo pescamos y lo comemos pero esto de divertirme haciendo sufrir peces ya me termina de parecer ilegítimo. Me lo cuestiono al punto de reconocer que durante 25 años hice algo que no tiene nada que ver con lo que siento en esencia, y que lo hice porque me divertía.
Pero la pesca es algo bueno, le hace bien a la gente y no por mis palabras deberías sentirte culpable o dejar de pescar. Al contrario… te aliento a seguir y a levantar en la pesca las banderas de igualdad, compañerismo y respeto por la naturaleza. No está mal pescar y soltar peces, solo que ya no tiene validez para mí. Estaré a disposición para dar charlas o cursos hasta fin de año y luego dejaré también esa actividad.
La pintura y la literatura me llaman hace años y postergo ese llamado por dedicarme a la pesca. Bien, ha llegado el momento. Sé que muchas cosas de las que escribo a veces son fuertes, o poco digeribles. Sé también que tengo un gran defecto de carácter que es saltar con uñas y dientes sin pensar en lo que digo cuando veo una injusticia, o cuando me toman por pelotudo. Pero nada es mentira, todo viene del corazón. ¿Facebook? Una pequeña porción de esto… después de más de 40 ciudades y casi 5.000 alumnos instruidos cara a cara, el peso de lo que se diga o no en esta red social me vale una verga. Yo estuve con ustedes, yo les tomé la mano y les mostré como me parece a mí que debe lanzarse una mosca por el aire. En persona, uno por uno. Así que allí está mi cosecha, ustedes son los que realmente saben cómo y para quien hice mi trabajito de hormiga. Ya son muchos años cargando la mochila llena de libros para llegar a veces a parajes donde nunca llegó un instructor de pesca y dónde probablemente no llegará otro. A esta altura ya estoy pidiendo pasajes en avión y que no me jodan mucho, son evidentes signos de cansancio en esto.
Así que te pido disculpas, pescador argentino si en estos 25 años de culo en el agua no he logrado dar vuelta las cosas, si me equivoqué al putear tanto a los caretas de esta actividad o si te ofendí porque sentís que sos uno de esos, lo siento.
Están mis libros y mis notas si querés tomar la posta… yo me tomo el palo.
Un abrazo. Torni.
Recuerdo mi primer mosca al agua con serias pretensiones de pesca, en Filo Hua Hum. Recuerdo mi primer trucha, junto a Daniel y el Ruso hace 25 años ya. Recuerdo mis cosquillas en la panza mientras estripaba la guli lentamente por las aguas del lago. Luego, cientos de pescas, gente, lugares, truchas, pueblos, ríos, viajes… una magia que me cautivó completamente, que me hizo conocer mi provincia casi como a mi casa y a la Patagonia como su patio. Luego la invitación de Rubén a dar clases juntos… “ni en pedo, no sé tanto ni creo que sepa hacerlo”. Y acá estamos, 17 años después viviendo (modestamente por cierto) de enseñar a pescar.
De toda esa pasión que supe construir en mi vida de plumas, agua y escamas casi nada queda. La pesca ya no me gusta, no me atrae. El mundo “profesional” de la pesca (al que supuestamente pertenezco) se ha ocupado de destruir parte de mi pasión.
Lo primero fue una desilusión grande al escuchar a mi maestro de instrucción, Mel Krieger, decirnos en la cara a un grupo de argentinos: “Vendan sus autos, hipotequen sus casas, hagan lo que sea necesario pero vayan a pescar al río Grande de Tierra del Fuego”. Me dí cuenta que para pescar en mi río debía vender un auto que nunca tuve. Una pena. Lo estimaba, le creía y admiraba su poesía junto a las condiciones didácticas. Pero ese día la mitad de mi pescador se murió.
Lo segundo fueron mis viajes al sur entre 2005 y 2007, cuando estaba por publicar “Pesca con mosca para los argentinos” y cuando fui a presentarlo. Estuve viajando para Santa Cruz y Tierra del Fuego dando la mayoría de mis cursos gratis, sobre todo en Los Antiguos, regalando docenas de libros y viendo de cerca las cosas un par de años… lo que ví y lo que sentí me llevaron a no querer ir más. Hace años que tengo invitaciones a pescar en Piedra Buena, Gallegos o incluso el conflictivo río Grande de TDF, a todas las he declinado gentilmente. Como pescador, cuando estuve en TDF me sentí extranjero dentro de mi país. Supongo que una sensación similar se podría tener al pisar Malvinas.
Lo tercero es comprobar que en mi lucha (como escritor y en algunas militancias) por el tema accesos de pesca para uso público y sustentable todos me dicen “aguante jipi, no afloje”, pero huevos sigo contando solamente dos sobre la mesa hace años.
Hoy veo guías de truchas que empiezan a trabajar en el norte y para ir cambiando el chip proponen “declarar al Dorado Pez Nacional” sin saber que el dorado ya es el Pez Nacional. A otro comerciante que, durante años tuvo un fly shop al que jamás lo ví embanderarse ni luchar por un río mejor, ahora que tiene una operación de pesca en el río sale a defender “sus” truchas (su negocio) y atacar a la represa que las mata. Esas cosas me generan mucha repugnancia… ¿saben por qué? Porque la pesca no se mancha, viejo. Y veo que no hacen más que mancharla, me la han quitado, la han transformado en un océano de mierda.
A pesar de esto, con muy poco entusiasmo y ganas seguí yendo al río, pescando cada vez menos. La gota que derrama el vaso es que ya hace un par de años me cuestiono si lo que hago está bien. Si esto de ir al río para divertirme haciendo sufrir un pez tiene validez en mi escala de valores y emociones hoy. Y no, ya no tiene sentido realmente. Es como cuando los cazadores dejan la caza, hartos de muerte y sangre, en este caso agravado por un cuadro a nivel profesional en la actividad que deja mucho que desear. A casi nadie le importa el río, su sustentabilidad y el derecho a disfrutar de él. Ayer me enteré que a nada menos que Dave Hughes le está pasando algo similar…
Todo es declamación, todo es figuración, todo es palabrerío al que se lleva la corriente. Casi nadie se compromete. Me he recagado a piñas con un pelotudo que estaba matando 20 pescados y me he morfado tiros sobre mi cabeza solo por pescar en un río que según las leyes es “público”. Para quienes creen que mi posición intransigente, dura y crítica con el mundo comercial de la pesca existe porque de esa manera me promociono como escritor o profe de pesca, quiero que sepan que es justamente al revés. La mayoría de los pescadores están programados por una maquinaria consumista que les hace ver a los tipos como yo “peligrosos” y a tipos como Morales “capos”. Así que ser crítico en realidad es un “antimarketing”.
Yo mismo cuando empecé a instruir creía que todo era decir "yo pesco mejor", "yo sé más", yo, yo yo... mierda. Sinceramente cuando me escriben "genio", "maestro" y esas cosas siento que es inmerecido. Soy cabrón, muchas veces no escucho ni entiendo razones, impulsivo, obtuso en mis posiciones, egocéntrico, mal hablado, fumeta y bizarro. Lo siento.
Lamento ver hoy a personas hablando del pez que pescaron con amor, liberándolo y sentir que lo que hacen está muy mal. No dudo de su sentimiento legítimo, dudo de que lo que hacemos esté bien. Si lo queremos tanto a ese pez realmente no deberíamos molestarlo, hacerlo sufrir o lastimarlo. Si queremos comer un pescado bueno, lo pescamos y lo comemos pero esto de divertirme haciendo sufrir peces ya me termina de parecer ilegítimo. Me lo cuestiono al punto de reconocer que durante 25 años hice algo que no tiene nada que ver con lo que siento en esencia, y que lo hice porque me divertía.
Pero la pesca es algo bueno, le hace bien a la gente y no por mis palabras deberías sentirte culpable o dejar de pescar. Al contrario… te aliento a seguir y a levantar en la pesca las banderas de igualdad, compañerismo y respeto por la naturaleza. No está mal pescar y soltar peces, solo que ya no tiene validez para mí. Estaré a disposición para dar charlas o cursos hasta fin de año y luego dejaré también esa actividad.
La pintura y la literatura me llaman hace años y postergo ese llamado por dedicarme a la pesca. Bien, ha llegado el momento. Sé que muchas cosas de las que escribo a veces son fuertes, o poco digeribles. Sé también que tengo un gran defecto de carácter que es saltar con uñas y dientes sin pensar en lo que digo cuando veo una injusticia, o cuando me toman por pelotudo. Pero nada es mentira, todo viene del corazón. ¿Facebook? Una pequeña porción de esto… después de más de 40 ciudades y casi 5.000 alumnos instruidos cara a cara, el peso de lo que se diga o no en esta red social me vale una verga. Yo estuve con ustedes, yo les tomé la mano y les mostré como me parece a mí que debe lanzarse una mosca por el aire. En persona, uno por uno. Así que allí está mi cosecha, ustedes son los que realmente saben cómo y para quien hice mi trabajito de hormiga. Ya son muchos años cargando la mochila llena de libros para llegar a veces a parajes donde nunca llegó un instructor de pesca y dónde probablemente no llegará otro. A esta altura ya estoy pidiendo pasajes en avión y que no me jodan mucho, son evidentes signos de cansancio en esto.
Así que te pido disculpas, pescador argentino si en estos 25 años de culo en el agua no he logrado dar vuelta las cosas, si me equivoqué al putear tanto a los caretas de esta actividad o si te ofendí porque sentís que sos uno de esos, lo siento.
Están mis libros y mis notas si querés tomar la posta… yo me tomo el palo.
Un abrazo. Torni.
Efrain Castro
2 comentarios:
bueno amigo es lo mas cerca de lo que pienso , justo , el que pesca es para comer, jugar con el pez no vale , es de cobardes, se pesca con la carnada del mismo lago y lo que se saca no se devuelve exepto que no de la medida y este la cantidad dentro del cupo.
el señuelo no vale, es mas o menos lo mismo que tirarle a un animal con un fusil con mira telescopica infrarroja !!!que es eso, que chanses tiene el animal?,ninguna !!!
Bien, me parece coherente, yo nunca aprendí demasiado pero tus libros y tus pensamientos son muy parecidos a lo que pienso. Yo fui cazador y quizá lo siga siendo siempre aunque como con la pesca solamente iría por una presa que vaya al plato y nunca por un trofeo ni porque exista algún placer en matar. Creo que hoy el agua, el aire y la tierra están en peligro y es necesario que dejemos de causar daños irreparables. Estar pescando es lindo pero también lo es estar mirando el paisaje, tomando una foto y cuidando de que no queden huellas que alteren la belleza del lugar. Con el tlempo creo que vamos aprendiendo que lo que pudimos conocer, ahora es para que las nuevas generaciones hagan su parte. Un abrazo y espero leer algo de tu producción.
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