una experiencia para el recuerdo quedará en la memoria de los Arriola como una pesadilla que pudo terminar de manera trágica.Ir a pescar es una de las actividades que los hombres más disfrutan. Tomar el cauce de algún río y esperar que el pique sea bueno para fanfarronear entre amigos y conocidos. Dos chicos de Santo Tomé fueron con esa intención pero algo no salió y bien y uno de ellos pasó el peor fin de semana de su vida.
Andrés Daniel Arriola, un joven santotomesino de 18 años, es quien fue a pescar con un amigo al río Salado. Planearon hacer una pesca con espinel pero las condiciones climáticas fueron adversas, su amigo reculó y no quiso meterse en las aguas del Salado a la vera del Relleno Sanitario de Santa Fe -1,7 kilómetros al oeste de la autopista Santa Fe-Rosario- en el barrio Los Troncos.
En diálogo con El Litoral, Arriola rememoró que el amigo tenia miedo de ir (a pescar) y él se “mandó solo”. “A mí no me dio miedo”, dijo el joven. Pintaba como una historia anecdótica pero se complicó todo antes que salga el sol del 8 de junio. El viernes amaneció frío y con viento, lo que hacía que el Salado esté complicado para navegar. Al rato de encarar la travesía, “se me rompió el remo” dijo Andrés y quedó con una sola pala para afrontar la corriente.
En ese momento, Arriola se dio cuenta que estaba a la deriva, solo y luchando contra la corriente. Tenía puesto un short, un bucito y botas de goma sin medias. La primera reacción que tuvo fue anclarse en una isla para evitar seguir yendo aguas abajo, cada vez más lejos de la costa del Relleno Sanitario.
Para empeorar las cosas, al tratar de controlar la canoa con un sólo remo, choco contra un árbol que le hizo “dos agujeros” al casco y, además, por las inclemencias del tiempo se le dio vuelta cuatro veces la canoa.
Con las primeras horas de sol del viernes, el amigo entró en un estado de desesperación porque Andrés no volvía. Avisó a la familia y el padre del joven náufrago radicó la denuncia en la subcomisaría 12 del barrio del oeste santafesino. Mariela, tía de Andrés aclaró que cuando se denunció la desaparición del adolescente, los efectivos policiales “no le creían por la edad de Andrés y se tuvo que hablar bien en serio con los funcionarios”.
Andrés le dijo a El Litoral que fueron los peores días de su vida, “no supe cuantos días pasaron, pero para mi fue una eternidad”. Con la canoa averiada se dedicaba a sacar agua del casco con un balde, y de tanto baldear se lastimó las manos y los pies.
“Nadie me ayudaba, pensaban que me había robado la canoa. Yo gritaba 'ayuda' y se daban vuelta”, se lamentó Andrés que mientras estaba luchando contra el Salado pensaba en su hermano menor y su papá, en lo mal que la podían estar pasando.
Peor la pasaba él, estuvo tres días sin comer, con las manos y los pies rotos, sufriendo principio de hipotermia. No hacía más que sacar agua de la canoa y tomar agua del río, llegó a comer hojas para tratar de calmar el hambre; cuando se quedaba dormido, saltaba del susto al sentir el agua subirle por las piernas y de nuevo comenzaba con el balde.
La tía de Arriola dijo en diálogo con El Litoral que la policía lo buscó por tierra el viernes hasta la noche y dejaron la búsqueda por falta de luz. El sábado “empezaron de nuevo y al no encontrarlo entraron en acción los Buzos Tácticos de la policía y también la Prefectura”.
Los resultados de la búsqueda fueron negativos, la familia entró en un momento de angustia y ya pensaban que Andrés estaba muerto. “Las posibilidades de vida eran nulas pero queríamos encontrar el casco de la canoa, el cuerpo. Pasamos mucha agonía”, aseguró Mariela.
El último manotazo de ahogado de la familia fue hacer una publicación en Facebook para viralizarla. Gracias a esta ayuda virtual un soldado que había visto el posteo vió pasar, desde el Batallón de Ingenieros de Anfibios 121 de Santo Tomé, a Andrés. Iba por el medio del cauce del Salado y avisó a la familia Arriola.
Con estos datos la familia se contactó con un vecino, Diego Domínguez que es comisario del Depto. Informaciones. En un gran gesto de ayuda, el efectivo se contactó con Prefectura solicitando que realicen la búsqueda de modo inverso; que comiencen a “subir” de Coronda hacia Santo Tomé.
Finalmente en la tarde del domingo 10, apareció Andrés en Coronda, quien aseguró que lo encontraron cinco kilómetros antes de llegar a la ciudad. La tía comentó que “se estancó la canoa con el barro, lo vio la Prefectura y se metieron con el barro hasta la cintura para sacarlo”.
Estaba acurrucado y duro. Andrés cuenta que su experiencia pudo terminar muy mal: “media hora más en el frío y me moría, estaba muy mal”.
Tras salir del río fue atendido en el Samco de Coronda, tenía un cuadro de hipotermia. Con suero y abrigo lo estabilizaron y el padre junto con el tío lo trajeron. El domingo a la medianoche había terminado el calvario.
Alucinaciones
La tía Mariela sostuvo que su sobrino alucinó: “gritaba ayuda, veía gente y después no aparecía nadie. Le dieron pan y agua, y otra parejita le calentó los pies” dice que le contó una vez que recuperó el calor corporal en el Samco de Coronda. Las imaginaciones son propias de la hipotermia, aunque Andrés ratifica que así fue como pasaron las cosas.
Sin espinel ni fuego
Andrés no pudo usar los espineles para pescar y comer algo. En un momento se durmió en un árbol, se cayó y se despertó con una herida en la cabeza y sin los espineles. Además lamentó no tener ni siquiera un encendedor para hacer “fuego” y calentarse a la noche.
fuente-http://www.ellitoral.com
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