4 mil a 5 mil kilos de peces por día (surubí, dorado, pacú, salmones de río,son depredados diariamente de la zona del vertedero de la represa de Yacyretá
Entre 4 mil a 5 mil kilos de peces por día (surubí, dorado, pacú, salmones de río, entre los más apreciados, y en todos los tamaños) son depredados diariamente de la zona del vertedero de la represa de Yacyretá; los mismos son enviados de contrabando al Brasil.
Este es uno de los ascensores de peces, en Yacyreta. Una trampa los atrapa y los traslada aguas arriba. (foto: EBY)
La denuncia la formularon a HOY representantes de negocios ubicados en Ayolas, preocupados por la sistemática depredación que va sufriendo el río Paraná, lo que implica el peligro a corto plazo de que la zona (que atrae a miles de turistas de pesca deportiva) se vea privado de su principal “industria sin chimenea”.
Hay 100 kilómetros de río que van desde San Cosme hasta Cerrito, en donde el control es técnicamente cero, ya que la Secretaría del Ambiente destina a apenas 2 funcionarios para el efecto. Los mismos se manejan con una camioneta (donada por la EBY) y no tienen embarcación alguna.
La risible estructura de control de la Seam contrasta notoriamente con la que posee la Marina, la otra entidad que en teoría, debería resguardar el perímetro del río al que no se puede ingresar para pescar.
Pero a la hora del control Seam y la Marina comparten los mismos resultados: no “ven” el acopio ilegal diario de miles de kilos de peces, que en temporada de primavera y verano, caen atrapados en la zona del vertedero en cantidades industriales, y que deben recibir la ayuda humana para sobrevivir.
“Los acopiadores ilegales de peces entran a la zona prohibida, cosechan miles de kilos de pescados, previo pago de una ‘propina’ a los presuntos controladores (la Marina y Seam), y luego proceden a envasar, meterlos en camiones refrigerantes y enviarlos de contrabando al Brasil”, refiere uno de los informantes.
TRES ACOPIADORES
Los que se encargan del negocio son tres personas que tienen montados frigoríficos en donde guardan la cosecha diaria. Una es de nacionalidad paraguaya, las otras dos son extranjeras, conforme explicaron los denunciantes.
Entre ellos totalizan la tenencia de 5 embarcaciones que diariamente incursionan en el vertedero (y zonas aledañas), en donde impera la prohibición “terminante” de no pescar, ni siquiera de manera deportiva.
En el sitio, como se sabe, toneladas de peces son atrapados por breves minutos por lo que se conoce como el ascensor de peces, enormes trampas que permiten que los mismos sean transportados aguas arriba de la represa, para continuar su migración natural.
La prohibición de no realizar ningún tipo de pesca en ese territorio, tiene su razón en el hecho de que si se aplicara la pesca sobre ese perímetro, peligraría la supervivencia de especies.
Los “ojos ciegos” aplicados por personal de la marina y de la Secretaría del Medio Ambiente -subrayan- hace que la prohibición sea letra muerta, al menos para los grandes acopiadores y contrabandistas de pescados.
DESASTRE Y TURISMO
La pesca ilegal, con posterior traslado de pescado vía contrabando, apunta a corto plazo a un desastre ambiental, según estiman organizaciones de defensa de la ecología.
Pero el problema no queda allí. El negocio de turismo de pesca, la principal fortaleza de la zona, técnicamente estaría entrando en terapia intensiva.
En temporada de primavera y verano, miles de turistas provenientes de Brasil, Argentina, Europa y Estados Unidos, sin contar compatriotas de distintas partes del país, se congregan en la región, para realizar pesca legalmente permitida.
Esa afluencia del turismo, da pie al florecimiento de miles de negocios anexos, que permiten el sostenimiento de miles de familias.
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