NOTA ENVIADA POR DIEGO ARAUJO
La almeja amarilla continúa en peligro de extinción
Las causas de la mortandad masiva todavía se ignoran, aunque la comunidad científica cree que fue afectada por un virus que no ha podido determinar. La ingestión del molusco representa hoy un riesgo para la salud.
MONTE HERMOSO (A) -- Hubo un tiempo, no muy lejano, en que las almejas eran abundantes y se podían degustar de distintas maneras con absoluta tranquilidad. Prácticamente todos tenían su carnada cuando afloraba uno de los tantos agujeros que habían en la arena mojada. Pero hoy la realidad es muy diferente y este molusco corre serios riesgos de extinguirse.
En la primavera de 1995, los montehermoseños se vieron sorprendidos cuando en toda la playa, las almejas aparecieron masivamente muertas y las dudas predominaron sobre las certezas.
El director del Museo de Ciencias Naturales de Monte Hermoso, Vicente Di Martino, expresó que la situación de conservación en la que se encuentra este molusco actualmente, es de "peligro crítico".
Por lo tanto, hoy en día este recurso presenta una disminución importante y está prohibida la extracción de almeja amarilla en estas costas.
En la actualidad y desde 1999, se ha venido observando que la mortandad se repite cíclicamente cada año, aunque en esta temporada el volumen de estos moluscos no es tan bajo. De todos modos, y a pesar de las prohibiciones, se las sigue sacando indiscriminadamente para el consumo personal.
"La gente en el verano no para de sacar almejas y en el 50% de los casos los turistas alegan que este recurso es propiedad de todos, por ende, piensan que hay que dejarlos hacer lo que deseen. Frases similares obtenemos cuando les prohibimos pasar por nuestras reservas arqueológicas", dijo Di Martino.
El director del museo local, explicó que la mortandad producida en el año 1995 fue la primera acaecida en nuestra zona, afectando a los bancos ubicados entre Monte Hermoso y Pehuén co y extendiéndose hasta las costas de San Clemente del Tuyú.
"En nuestro caso mandamos muestras al Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) de Bahía Blanca y, desde ahí, el material se distribuyó a otros institutos", dijo.
"Temíamos por la presencia de metales pesados e hidrocarburos en la costa, pero por suerte esa posibilidad se desechó tras los resultados y se esperó a que sucediera nuevamente la mortandad al año siguiente para efectuar nuevos y diferentes análisis. Sin embargo, no se repitieron sino recién a los cuatro años", describió.
Di Martino explicó que la almeja es un animal muy sensible a la contaminación y si había hidrocarburos o metales pesados en estas costas, primero mataba a las almejas, después llegaba el turno de los demás bivalvos y hasta podría haber llegado a afectar al resto de las especies marinas.
"Acá hay 50 clases de bivalvos diferentes, es decir, moluscos que tienen dos 'tapitas'; entonces quiere decir que el problema es puntual", manifestó.
Previo a lo sucedido en el año 1999, Di Martino recordó haber hablado con el por entonces intendente del balneario, Marcelo Di Pascuale, para sugerirle "sembrar" almejas provenientes del partido de Patagones --donde aparentemente no se habían presentado inconvenientes-- pero a partir de ese año en todas las primaveras comenzó a sufrirse el mismo fenómeno en toda la costa bonaerense.
"Cuando experimentamos esa gran mortandad, actuaron profesionales de la Universidad Nacional del Sur. En ese momento la doctora Sandra Fiori, científica de Conicet, y su equipo, realizaron las pruebas correspondientes y llegaron a la conclusión de que la mortandad podría deberse a una infección producida por un virus", aclaró.
"En un momento se pensó en una parasitosis. Fueran parásitos o virus, son muy difíciles de controlar y aplicar un tratamiento. Igualmente hubiese sido muy interesante saber qué tipo de virus o de parásitos las afectó", remarcó.
Di Martino expresó que avala la hipótesis de que esta afección dejó a las almejas sin fuerza para enterrarse, quedando expuestas al sol, que terminó de diezmarlas.
El titular del museo resaltó que Sandra Fiori estuvo en Monte Hermoso hace pocos días realizando un control sobre la población de este bivalvo, y otros estudios relacionados a esta problemática, cuyos resultados se conocerán en corto plazo.
¿Por qué no?
Para Di Martino, la extracción actual de las almejas implica un doble riesgo: el primero de ellos --asegura-- es el de una posible extinción.
"La gente tiene que aprender a cuidar un recurso cuando se encuentra en peligro crítico, por eso se promulgó una ordenanza, y los inspectores de playa y personal de la Prefectura local están cuidando que no se extraigan. Pero ¿cómo hacer para evitarlo en los extremos del balneario?", se preguntó.
De la misma manera, relató que lo más perjudicial es que en muchas oportunidades son extraídas con palas.
"De esta manera rompen cinco y rescatan solamente una entera. Por si fuera poco, las que se rompen no sirven para consumo y posiblemente tampoco para pescar.
"La segunda causa por la que no se recomienda la extracción --en cuanto al uso de este recurso para el consumo humano, especificó-- se debe al fenómeno de mareas rojas que se producen, por lo general, en algunos tramos de las costas argentinas, desde la primavera hasta fines de verano", dijo.
Di Martino aclaró que este tópico merece algunos párrafos aparte, debido a la complejidad e importancia del tema, puesto que la ingestión de bivalvos portadores del fenómeno denominado marea roja puede llegar a causar la muerte.
Historia de su explotación
En un artículo publicado en junio de 2002 en la revista Comunidad Pesquera, José Dadón, integrante en aquel entonces de la Universidad de Buenos Aires y Conicet, relató la situación de la almeja amarilla.
El informe detalla cómo, a lo largo de las décadas, este recurso ha sido sucesivamente ignorado, explotado, sobreexplotado, protegido parcialmente o bajo protección total, llegando a ser el segundo molusco en importancia comercial del país.
El especialista presenta esta situación como un ejemplo de los problemas de gestión de los recursos costeros de libre acceso. Según este informe, la explotación a gran escala comenzó en la década de 1940 en las playas del norte de Buenos Aires y en 1946 se alcanzó el área máxima.
El Reglamento de la Ley Nº 4416 de la provincia de Buenos Aires y las modificaciones introducidas por la Ley de Pesca Nº 4696 del año 1942, permitían sólo la extracción "mediante implementos simples de uso manual", y contemplaba la explotación por secciones con objeto de permitir la recuperación de los bancos.
A partir de 1946 la producción presentó un aumento real por unidad de área. Ese incremento fue impulsado por el desarrollo de la industria conservera, generándose así un período de mayor demanda que fue conocido como la "fiebre de la almeja".
Como ejemplo de la intensidad en la extracción, en muchos casos se utilizaban máquinas topadoras para reemplazar a la tradicional extracción artesanal (manual) de estos bivalvos, a pesar de que esta última era la única legalmente permitida. Esta situación llevó rápidamente al colapso del recurso.
Diversos estudios atribuyeron esta disminución a la captura turística, la explotación furtiva, la extracción de arena para la construcción, el tránsito vehicular por las playas y el grado creciente de urbanización del cordón costero bonaerense.
En 1953 se obtuvo el máximo valor de extracción (1.079 toneladas) valor que ubicó a esta especie segunda detrás del mejillón (1.390 toneladas) entre los moluscos bajo explotación comercial.
A partir de ese pico máximo se hizo evidente una seria disminución de los efectivos que llevó a vedar su explotación en el año 1956, a fijar un cupo de extracción de 45 toneladas en 1957 y a decretar una veda total por diez años a partir de 1958.
Finalmente, se decretó una veda permanente para la explotación comercial por el Decreto-Ley Nº 14.410. Esta veda prohibía la extracción de almeja amarilla con fines comerciales, pero permitía la extracción de hasta 2 kilos por día, por persona, para consumo, medida destinada a favorecer al turismo de la zona.
Continuando con el informe del doctor José Dadón, a raíz de la mortandad masiva de 1995, se estableció en noviembre de 1996 la veda total por tiempo indefinido por resolución Nº 956 de la dirección de Pesca provincial.
Esta resolución fue reafirmada desde entonces por varias ordenanzas municipales. Sin embargo y a pesar de la veda absoluta, la almeja amarilla se encuentra aún en estado crítico.
Los resultados indican que, si bien existe un buen reclutamiento en muchas playas, las almejas de tallas medianas y grandes siguen siendo escasas y desaparecen rápidamente, probablemente debido a la extracción ilegal.
El informe finaliza diciendo que más del 70% de las almejas grandes desaparecen apenas comienza la temporada turística.
En el mundo
Es probable que estos casos tengan relación con mortandades masivas que afectaron a esta especie en 1993 en playas de Brasil, y en 1994 en playas de Uruguay.
La mortandad masiva de 1993 se extendió por 350 kilómetros, mientras que la de 1994 afectó las playas almejeras del sur de Brasil (en una extensión de 12 kilómetros) y de Uruguay (a lo largo de 22 kilómetros).
Si bien es común que se observen mortandades masivas en los bivalvos de playa, es extraordinario que mortandades sucesivas terminen afectando a una especie en todo su rango geográfico en tan poco tiempo, como ocurrió en este caso.
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