Nota enviada por Efrain Castro
“Las competencias apagan el fuego del arte.” Francisco Goya (01)
Algunas personas pretenden darlea la pesca con mosca (ó PCM) una imagen elitista, cara, científica o complicada...“Excrement!”, diría el profesor Keating de “La Sociedad de los Poetas Muertos”. Lo que sí hay es un mundillo farandulesco que con una ignoranciade las más imperdonables insiste en darle a esta suerte de arte menorun perfil tipo “para algunos” o “exclusivo” y aborrece cualquier popularización.Todo alentado por ciertos personajes y medios de difusión para generarconsumo. En esas esferas hay quienes tienen diez cañas de más de 300 dólaresy van a pescar tres veces al año. Extrañas cosas de este sistema en elque el verbo “tener” a veces es más importante que “ser” o “hacer”. Pero es eso nomás (02).
Una buena caña de mosca es una buenacaña de mosca y la marca poco importa. Al entrar en esto, debemos separarel “mundo de la pesca con mosca” del “mercado de la pesca con mosca”. El segundo constituye una pequeña parte del primero.
También es cierto que algunos delos primeros mosqueros argentinos pertenecían a clases sociales altaso tenían buen poder adquisitivo para viajar a pescar, aprender y comprarequipos ingleses o norteamericanos que acá ni se conocían. Entre ellos germinó buena parte de la cultura mosquera argentina que hoys e expande, ramifica y adquiere identidad, tal como en otros país es.Ellos cultivaron desde los ‘50 este arte milenario, exótico y sofisticado en un ámbito místico, salvaje, con claras reglas de camaradería,técnica exquisita y lleno de truchas como cocodrilos, sobre todo en la Boca del Chimehuín, junto a un puñado de otros pescadores sintanta plata pero con una fiebre por esas truchas recordadas hoy comouna leyenda que, lamentablemente, se agiganta. Porque aquellas truchasno volverán.
La mayoría de los mosqueros argentinos somos alumnos o herederos de aquellos enfermitos que viajaban por caminos reventados de piedras, para soportar heladas y grietas en los dedos,con tal de prender alguno de esos cocodrilos con medios y equipos queahora consideraríamos precarios. Otras fuentes de difusión menos conocidas o posteriores germinaron por Córdoba, Río Gallegos, Tierra del Fuego y Bariloche.
Hoy la realidad es muy diferente:los equipos son buenos y baratos gracias a la industria oriental y a comerciantes argentinos que comprendieron a tiempo que se podía popularizar este arte. Por otra parte, resulta que hay truchas en por lo menos 16 provinciasa rgentinas (03), con muchos otros peces en otras provincias y hasta enel mar que pueden pescarse con mosca. Entonces descubrimos otro mundoen formación y ebullición permanente, con otros pescadores. Muchosde ellos tienen un solo equipo de mosca barato pero se la pasan pescando.La mayoría de las veces, estos hombres o mujeres viven muy cerca de unrío de truchas y son los verdaderos artistas. Son los que leyeron poco,los que pescan con “la mosca verdecita” porque anda, los que hacen moscascon lo que pueden, los que no saben qué carajo es un “hackle parachute”y les suena a chino. Ellos construyen la cultura mosquera argentina pescando, porque este arte ya recorre el planeta hace casi 2.000años generando tradiciones, técnicas, moscas y libros en cada región.Por eso para nosotros la caja de moscas de un sueco puede resultar marcianaaunque pesque truchas marrones como nosotros por acá y todos seamosmosqueros.
Ahora, la PCM se instaló y evolucionaen el mejor lugar del mundo que queda para hacerlo: la Argentina. Yallí vamos a poner un pequeño acento, porque los argentinos aún tenemoslo que otros han perdido. No son muchos los lugares del mundo que quedanincontaminados, salvajes y llenos de peces. Si nos hacemos los distraídos perderemos el “recurso pesca deportiva” como tantas otras cosas quehemos perdido a manos de la ignorancia.
Y no se debería llamar “deporte”a la pesca. Y menos a la pesca con mosca que podría hasta ser un arte (04)y poco tiene que ver con la pesca “deportiva”, que mal que le pese a muchos tal vez no exista. O si existe no se tratade la pesca que tratamos aquí. Debería dejar de usarse este término“deportivo”. Por lo menos turísticamente habría que evitarlo, yaque el enfoque bajo el cuál la actividad de la pesca podrá sobrevivirdebería ser recreativo, educativo y hasta artístico. Pero no deportivo.Si competimos a ver quien saca más peces y damos un auto como premio,los peces van a pagar cara nuestra codicia. Algo muy lejano a nuestranecesidad de recrearnos y hasta de cazar para alimentarnos, como ocurre en el resto de las cadenas que sostienen estos maravillosos yfrágiles ríos, arroyos y lagos.
Acá hablamos de otra pesca. De una actividad casi solitaria, gratuita y contemplativa, mediante lacual principalmente entablamos una relación profunda de respeto con el ecosistema, más un ingrediente social y comercial mínimo indispensable.No al revés.
Desde que el Hombre (Homo sapiens)cultivó vegetales y crió animales para su subsistencia, la caza yla pesca fueron dejando de ser una necesidad y se transformaron de apoco en recreación, para mantener satisfecho el residuo del depredadorque fuimos en nuestros antepasados. Naturalmente, el deporte quedalejos.
La llamada pesca “deportiva” semanifiestaba hasta hace muy poco en cientos de peces muertos, bañadosen sangre y colgados de una ganchera como punto culminante de “LaFiesta del Dorado” (05), que para el pobre dorado (Salminus maxillosus) noera ninguna fiesta ni lo es ahora, aunque los pesquen y devuelvan. Sílo era para todos esos Homo sapiens “deportivos” que se quejaron siempreaño tras año porque había menos Salminus maxillosus cuando, justamente,una de las causas de su desaparición eran las matanzas “deportivas”que ellos mismos hacían. Cuando sacar un dorado bueno llegó a la categoríade “milagro” dejaron de matarlos en los concursos.
Las personas que participaron uorganizaron esas fiestas deben saber algo importante: casi todosmatamos peces alguna vez. Es entendible, sólo que se trata de una conductasocial que, dada la realidad del daño al ecosistema, habría que cambiaro moderar. Como tantas otras mucho más importantes si se trata de queel planeta Tierra no se transforme en un lugar hostil de habitar paranosotros. Los cambios climáticos y catástrofes ecológicas productode la soberbia y ambición humana cada vez más frecuentes hablan de unpresente ya bastante complicado en materia ambiental. Es triste decirlo,pero las consecuencias de nuestra ignorancia ya las sufrirán personasque amamos y conocemos, como nuestros hijos y nietos.
Así que basta entonces de concursosde pesca. ¡Y menos de mosca! Ni siquiera resultan constructivos esosen los que se devuelven los peces. Atentan contra la esencia verdaderay valiosa de este pasatiempo, fomentan rencores, ocultamiento desecretos que deberían compartirse, peleas y hasta competencia deslealcon trampas entre los mismos pescadores para ganar. ¡Qué lejos estátodo eso del arte y de entablar un contacto profundo con la naturaleza!No hace falta realizar concursos para enseñarle a las personas asoltar los peces. Con iniciar encuentros de pescadores gran parte delatractivo de la actividad estaría asegurado. Y para cuidar los peceshay que hacer un planificado trabajo de educación en este sentido, empezandopor las escuelas ribereñas, a mediano plazo los resultados serán mejoresy duraderos. Porque muchos de los que sueltan peces obligados por losconcursos cuando van a pescar solos matan todo.
Competir en pesca es como jugaral fútbol sin arcos, se pierde la esencia. A las truchas no se les pregunta“¿querés jugar a la pesca?”, solo vamos, invadimos su medio y las pescamos,pero no celebramos una competencia con ellas ni deberíamos hacerloentre nosotros porque es evidente la necesidad de reconocer que laesencia de la pesca hoy debería ser otra. El deporte es competitivo,la pesca es contemplativa.
El deporte, hoy saludable, recomendabley divertido, se ha desprendido de la guerra. De competencias entrehombres y naciones que antiguamente se celebraban en campos de batallay ganaba el que mataba a más de los contrarios. Las raíces del deportetienen más que ver con enfrentamientos armados que con la necesidadde atrapar un animal para comerlo. Convertir en deporte a la PCM es meterlaen la máquina de picar carne de este sistema voraz que reproduce bienesde consumo y confort a gran escala informándonos principalmente sobrecómo consumirlos, generando actitudes egoístas, masificadas y pocoimaginativas en las personas. La PCM es un arte que en mentes inquietasincita a la creatividad y allí está su riqueza.
En esto Ud. tendrá la oportunidadde escribir páginas nuevas cada día, solo tratando de atrapar un pezcon unas plumas atadas a un anzuelo, y casi nada más. Aquí podrá encontrarsu medio de expresión, desarrollará habilidades nuevas y descubriráotras que tenía ocultas. Así es como nos topamos con cajas de moscas perfectascuya mayoría jamás tocó el agua y con otras llenas de cosas espantosaspero todas mordidas por las truchas. Allí, cada quién encontró su mediode expresión en la PCM. Ambos la practican, uno muy probablemente viva pescando, el otro va a pescar poco pero jamás se aburrirá solo en sucasa. En esto el gol puede estar fabricando una buena mosca, haciendoun buen lanzamiento o descubriendo dónde hay más peces. Caminará porlugares que llenarán su alma de placer en busca de un pez y encontraráque contemplarlos se parece mucho a respetarlos.
Y vamos llegando al hueso del asunto,amigo o amiga. A través de este arte milenario llamado pesca conmosca las personas en general tienden a comprender y respetar elecosistema.
Es común escuchar que “los mosquerose stán locos porque sueltan los pescados”. Supongamos que estamos locos,pero somos unos locos que no matamos a nadie, ni a los peces.
Es perfectamente posible que parafanatizarse en la PCM haya que estar loco, pero casi no importa larazón por la cuál Ud. suelta por primera vez un pescado, aunque le digan“loco”, cuando a todos los anteriores les había pegado un garrotazoen la cabeza. Allí pasa algo, no hay dudas. Hay quienes tal vez los suelten por una postura y no por un compromiso real con el ecosistema en todas sus otras actitudes. Otros para no sentir culpa. Otros porque no les gusta el pescado. Otros porque les encanta ver como salen nadando, a veces lentamente como agradeciendo, otras veces como un rayo, desapareciendo y mojándonos la cara. Pero a todos les pasó algo en su interior en elacto de respetar la vida de un pez, algo que hasta hace minutos tenía muy poca importancia. De pronto, esa vida es importante y, entonces,toda vida es importante.
He visto a personas llorar soltandoun pez.
También debemos comprender que hay hambre en Argentina, más de la que muchos creen o quieren ver. Si larazón verdadera es esa, no hay discusión: mate y coma. Hay desempleo y una trucha de 4 kilos entonces tiene un valor que muchos mosqueros aveces ni pueden imaginar cuando se discute sobre cuestiones de reglamentosen las asociaciones o clubes. Corta la bocha: si hay pibes esperandoese pescado en la mesa, el reglamento de pesca es una cosa ridícula.Para muchas familias, comer arroz solo, o no, depende de como le haya ido a Papi y los hermanos más grandes con la pesca. Solo imagine sus caritas satisfechas después de terminarse una marronota de esas con las quenos sacamos fotos vanidosamente. Nada que reclamar, familia. Uno sabe.
Sin embargo, no hay excusa parauna camioneta 4x4 con lancha que lleva 20 truchas muertas a bordo. Esono es hambre, es falta de educación mezclada con codicia y egoísmo, quees mucho peor. Algo feo, feo, mi amigo o amiga y un pésimo ejemplo paranuestros niños.
El furtivismo comercial es otro palocomplicado porque quien pesca para vender también lo puede hacer paraalimentar a su familia, pero allí entra en juego el dinero y eso locambia todo. Hay también quienes matan y venden truchas para no trabajar.
Podría tener solución detectando aestas personas y mediante programas de inclusión y capacitación transformarlosen trabajadores de la pesca por el lado turístico (guías, pilcheros, choferes oatadores de moscas). Hay por otra parte personas que sienten un círculoque no cierra si no se comen lo que pescan. Es entendible, sin embargoel problema es otro círculo que no va a cerrar si no cambiamos: el denuestra propia subsistencia. La terrible depredación de la que son objetolos mares (06) ya llega a niveles preocupantes y el desperdicio dealimento y recursos que implica la industria pesquera moderna esuna mueca de burla a los niños hambrientos del mundo.
Soltar un pez no va a parar la contaminaciónminera de los ríos que se trata de ocultar desde el poder o el impactoambiental de las represas, pero quizás sea una actitud disparadorade muchos otros cambios en las comunidades que necesitan de esos ríosargentinos, considerados como tesoros únicos en el planeta, paratener trabajo y mantener a sus familias a través del turismo, una actividadque dará bienestar por muchos años si es manejada en forma racional.Cuando un pescador deportivo visita su pueblo para pescar, se alojaen sus hoteles, compra en sus kioscos, come en sus restaurantes y carganafta en sus estaciones de servicio por varios días generandoingresos que se redistribuirán en la comunidad. Todo para pescar a veces solouna de esas truchas o salmones. Encima, este tipo de pescador sueltalos peces para que otros tengan la oportunidad de disfrutar de una actividadrecreativa de altísima calidad.
Con la práctica de este arte milenario,muchos mosqueros soltaron peces y cambiaron un hábito que beneficiaa todos, incluso a los que matan peces, porque si algunos los soltamossin dudas ellos tendrán más peces para matar.
La captura y suelta se reflejaahora en la Argentina, y desde hace un tiempo, en pescadores de otrasmodalidades como el Spinning y el Trolling (07), que también devuelvenlos peces, aunque en el caso del Trolling la tasa de mortalidad es alta. Sedebería revisar el impacto de esta modalidad de pesca para lossalmónidos y buscarle una alternativa, ya que actúa directamente sobrepeces grandes, en muchos casos de talla trofeo, lo que baja las tallas de lapoblación al extraerlos. Por otra parte, una cosa es ir a pescar y otra pasearen lancha disfrutando del mejor salamín picado grueso con vino tinto,música, una ecosonda y un señuelo a 20 metros abajo buscando que seenganche algo. Otra vez el arte parece estar lejos. Pero si por ejemplohace Trolling a remo, a Ud, hasta habría que regalarle el carnet depesca. No hay discusión, es un arte de señuelo artificial acompañadode un esfuerzo personal importante.
Perdón a los amantes del trollingpor estas crudas descripciones, pero no se alejan un centímetro de larealidad. Sin embargo para Uds. la buena noticia es que si son pescadoresde verdad, serán capaces de empuñar una caña de mosca y llegar un pocomás alto en esto de atrapar un pez con un artificial, y no es tan difícilni complicado.
Si a Ud. le gusta pescar, seguramentequiere que haya peces en los ríos, ¿verdad? Entonces no los mate. Por muchasrazones, pero tal vez la principal sea que ya hay mucha muerte en estemundo.
Con este pacto entablado conellos de soltarlos a cambio de liberar nuestro placer de cazar, tal vezno compensemos el mal momento que le hacemos pasar mientras nos divertimos.Es un pacto en el que el pez no tiene decisión ni participación aligual que en el enfoque deportivo de la pesca. Sin embargo, en el actohay un paso positivo hacia el respeto que merecen por tratarse, nadamenos, que de la pieza sin la cuál el resto de nuestra pasión pescadorano tendría sentido. Y eso es prácticamente innegable.
Tampoco debemos creernos buenospor soltar las truchas. Ser una buena persona debe reflejarse tambiénen muchos otros aspectos de nuestras vidas. Pero hay algo de vivenciaespiritual en esto de pescar y no matar. Una persona que suelta los pecesen ocasiones inicia un camino que hasta le ayuda a superar problemaspersonales, salidas a malos momentos, rescates emocionales a travésde una buena actitud. Tal vez podamos sentirlo al soltar el primero,o con el tiempo a medida que vamos respetando sus vidas, tan frágilescomo las nuestras.
Siempre escuchamos que se dice“pez” cuando está vivo y “pescado” cuando está muerto. Pues pareceque le hemos cambiado algo del significado a esa palabra porque cadavez hay más pescados vivos.
Y llegamos al hueso: la pesca conmosca le hace bien a las personas. Algo así como una buena terapia medianteun amplio grupo de canales recreativos y expresivos que incluyen unprofundo contacto con la naturaleza, actividad artesanal, emociones,camaradería, turismo, ejercicio físico, incorporación de conocimientossobre el ecosistema, entretenimiento, vivencias en el plano espiritualy coordinación psicomotriz. A través de este arte es posible educara las personas en la adquisición de conductas no agresivas para elecosistema con resultados muy positivos, rápidos e indudablementeduraderos. Y debería hacerse desde un enfoque popular, por lo tantoUd. que está leyendo esto es parte vital e irremplazable. Olvídesede los gobiernos de cualquier color o lugar, que tienen ya bastantesproblemas empezando por la desnutrición infantil y terminando porla corrupción. Si ayudan, mejor. Puede iniciar algo Ud. o trabajar conalguna Asociación de PCM si no es de esas que solo se juntan a dar cursos,discutir reglamentos y comer asados. O si es, quédese para cambiarla.
Si a Ud. le gusta enseñar y es mosquero,eduque. Forme pescadores concientes del tesoro que descansa en susmanos. Es la única que nos queda, porque por cualquier otro lado la peleacontra la ignorancia estará perdida y las truchas con todos los otrospeces, animales y plantas serán conocidos por nuestros nietos en DVDo en zoológicos mientras juegan a la pesca en un Play Station o una PC.Y nuestros ríos alambrados, custodiados por perros y armas para alquilarlosa extranjeros por cifras que ya hoy, en algunos lodges privados y porseis días de pesca, equivalen 16 veces al salario mínimo mensual de lostrabajadores argentinos (08). Sí, leyó bien.
Aunque pueda haber iniciativasaisladas, es increíble que los genios administradores de nuestro sistemaeducativo no hayan visto aún el potencial que tiene la PCM como vehículode educación ambiental. Debería ser de enseñanza obligatoria en escuelasde comunidades cercanas a ambientes de pesca considerados de calidadmundial, como en toda la Patagonia, tanto en Argentina como en Chile.Imaginemos lo que podría pasar en otras partes. Imagine el Paraná concomunidades de mosqueros que sueltan los peces. Se generarían de maneralocal pequeñas actitudes genuinas y populares en beneficio delecosistema con grandes y duraderos resultados. Además de salida laboraly posibilidades recreativas de altísimo valor para las personas,entre una lista de beneficios que si pensamos sería larguísima. Y todoeso con muy poco amigo o amiga, con educación.
A 20 pasos de aquí, corre el increíbleLimay. Estamos a unos 10 kilómetros río arriba del centro de Neuquén.Se pescan truchas hasta en la puerta de esta pequeña casa, por supuestomucho menos que hace 20 años. Todo esto a pesar que hace unos días, comotantas otras veces anduvieron pescadores con redes y que todos losdías se pesca con carnada o con cualquier cosa. Y que muy cerca río arribase descargan los líquidos cloacales de Plottier dándole al agua un aspectooscuro a veces. Además: lanchas, jet ski, basura, pesticidas, nylona montones... así y todo, aún el río vive y se pescan truchas hasta enel balneario más céntrico de Neuquén, río abajo. Sólo imagine lo quesería hoy el gran río Limay al atravesar el conglomerado urbano másgrande de la Patagonia si a sus niños, hace sólo 20 años, les hubieranenseñado en la escuela que la pesca con mosca es algo divertido y que alas truchas hay que liberarlas. Tendríamos un destino de pesca internacionalcon docenas de guías trabajando, altas posibilidades recreativaspara los habitantes y movimiento económico sin dañar un ecosistemaque sin dudas contiene alimento y condiciones para albergar una poblaciónde salmónidos que envidiaría el mundo. Se trata de “tail waters”,aguas abajo de una represa compensadora con estabilidad térmica yde caudal (09). Ser testigo de la vida que florece y fluye a través deél viviendo en su costa todas las estaciones del año es una enriquecedoraexperiencia. Los biólogos y quienes pescan hace mucho por acá sabenmuy bien el potencial de este y muchos otros ríos de la Patagonia.
Podríamos disfrutarlos de una maneradiferente. Comencemos por no arrojar nunca más basura, ni un papel.Nada. Tal vez terminemos soltando los peces y para comer llevaremossandwichs. Son tan ricos como un lomo al champignon luego de una arduacaminata por el río, sentados con los pies en el agua mientras miramosa una garza haciendo lo mismo que nosotros: pescando. Sentirá que esaGarza es su respetuosa compañera aunque se coma los peces que Ud. deseapescar. Porque hace lo que debe hacer para que todo mantenga su justoequilibrio. Entonces, otro pescador nacerá dentro suyo.
Tal vez un artista.
Efrain Castro
La Herradura, costa del río Limay,Plottier.
Provincia del Neuquén. Agosto de2006.
(01) - Argentino. Campeón Mundialde Windsurf en el año 2.000.
(02) - No es lo mismo que un coleccionista,porque no todas sus cosas las adquierecon el fin de usarlas. Hay allí un interés histórico o de especializaciónmuy respetable. Acá hablamos de tipos que sufren un consumismo desenfrenado,para ser claros.
(03) - Jujuy, Salta, Tucumán,Catamarca, La Rioja, San Luis, Córdoba, San Juan, Mendoza, La Pampa, BuenosAires, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
(04) - Al llamar “arte” a la PCM no sepretende discutir si lo es o no, sino afirmar que por sus preceptos, práctica yhasta posibilidades expresivas podría serlo.
(05) - Fiesta del Dorado... y delSurubí, del Pacú, de la trucha, del Pejerrey y de cuánto bicho aniquilaronhaciendo competencias. Hasta en una de esas “fiestas” (o en varias, vayaa saber) para entretener a los que no pescaban les organizaron una¡carrera de lanchas!, algo con un impacto tremendo en el ecosistema. ElEstado Argentino mediante su Secretaría de Turismo sigue apoyandoeste tipo de “Fiestas” en las que nos juntamos a molestar bichos en masay chuparnos 2.000 damajuanas de vino. Nada que ver con la pesca eso señores.
(06) - En particular nuestro MarArgentino.
(07) - Modalidad de pesca en la que elseñuelo es arrastrado por una embarcación a motor o remo.
(08) - La semana de pesca (6 días) enla Estancia María Behety de Tierra del Fuego se está cobrando casi 8.000dólares, es decir 40.000 pesos argentinos. El salario mínimo en la Argentina esde $2.500.- ¿No hay algo que no le cierra a Ud. y en cambio sí le está cerrandoa los operadores, guías y dueños de Estancias? Ellos explotan un recurso que esde todos, cosechan todos los beneficios y ni siquiera los comparten con lascomunidades ribereñas. De alguna manera esto debería cambiar.
(09) - Las más altas tasas decrecimiento en salmónidos salvajes de agua dulce se dan en las llamadas “tailwaters”, aguas abajo de una represa. Arroyito es compensadora de un monstruocomo el Chocón. Sin embargo, ese papel hoy lo cumple muy poco, ya que desde laprivatización de las represas la generación pasó a ser prioridad y al río loprenden y apagan como a una radio. En invierno de 2006, los pobladores costerosdebimos soportar inundaciones históricas por generación de energía cuando lasrepresas estaban muy lejos de rebalsar. No obstante, las truchas y toda la vidadel Limay luchan por desenvolverse en este ecosistema tan impactado por laactividad humana.
“Las competencias apagan el fuego del arte.” Francisco Goya (01)
Algunas personas pretenden darlea la pesca con mosca (ó PCM) una imagen elitista, cara, científica o complicada...“Excrement!”, diría el profesor Keating de “La Sociedad de los Poetas Muertos”. Lo que sí hay es un mundillo farandulesco que con una ignoranciade las más imperdonables insiste en darle a esta suerte de arte menorun perfil tipo “para algunos” o “exclusivo” y aborrece cualquier popularización.Todo alentado por ciertos personajes y medios de difusión para generarconsumo. En esas esferas hay quienes tienen diez cañas de más de 300 dólaresy van a pescar tres veces al año. Extrañas cosas de este sistema en elque el verbo “tener” a veces es más importante que “ser” o “hacer”. Pero es eso nomás (02).
Una buena caña de mosca es una buenacaña de mosca y la marca poco importa. Al entrar en esto, debemos separarel “mundo de la pesca con mosca” del “mercado de la pesca con mosca”. El segundo constituye una pequeña parte del primero.
También es cierto que algunos delos primeros mosqueros argentinos pertenecían a clases sociales altaso tenían buen poder adquisitivo para viajar a pescar, aprender y comprarequipos ingleses o norteamericanos que acá ni se conocían. Entre ellos germinó buena parte de la cultura mosquera argentina que hoys e expande, ramifica y adquiere identidad, tal como en otros país es.Ellos cultivaron desde los ‘50 este arte milenario, exótico y sofisticado en un ámbito místico, salvaje, con claras reglas de camaradería,técnica exquisita y lleno de truchas como cocodrilos, sobre todo en la Boca del Chimehuín, junto a un puñado de otros pescadores sintanta plata pero con una fiebre por esas truchas recordadas hoy comouna leyenda que, lamentablemente, se agiganta. Porque aquellas truchasno volverán.
La mayoría de los mosqueros argentinos somos alumnos o herederos de aquellos enfermitos que viajaban por caminos reventados de piedras, para soportar heladas y grietas en los dedos,con tal de prender alguno de esos cocodrilos con medios y equipos queahora consideraríamos precarios. Otras fuentes de difusión menos conocidas o posteriores germinaron por Córdoba, Río Gallegos, Tierra del Fuego y Bariloche.
Hoy la realidad es muy diferente:los equipos son buenos y baratos gracias a la industria oriental y a comerciantes argentinos que comprendieron a tiempo que se podía popularizar este arte. Por otra parte, resulta que hay truchas en por lo menos 16 provinciasa rgentinas (03), con muchos otros peces en otras provincias y hasta enel mar que pueden pescarse con mosca. Entonces descubrimos otro mundoen formación y ebullición permanente, con otros pescadores. Muchosde ellos tienen un solo equipo de mosca barato pero se la pasan pescando.La mayoría de las veces, estos hombres o mujeres viven muy cerca de unrío de truchas y son los verdaderos artistas. Son los que leyeron poco,los que pescan con “la mosca verdecita” porque anda, los que hacen moscascon lo que pueden, los que no saben qué carajo es un “hackle parachute”y les suena a chino. Ellos construyen la cultura mosquera argentina pescando, porque este arte ya recorre el planeta hace casi 2.000años generando tradiciones, técnicas, moscas y libros en cada región.Por eso para nosotros la caja de moscas de un sueco puede resultar marcianaaunque pesque truchas marrones como nosotros por acá y todos seamosmosqueros.
Ahora, la PCM se instaló y evolucionaen el mejor lugar del mundo que queda para hacerlo: la Argentina. Yallí vamos a poner un pequeño acento, porque los argentinos aún tenemoslo que otros han perdido. No son muchos los lugares del mundo que quedanincontaminados, salvajes y llenos de peces. Si nos hacemos los distraídos perderemos el “recurso pesca deportiva” como tantas otras cosas quehemos perdido a manos de la ignorancia.
Y no se debería llamar “deporte”a la pesca. Y menos a la pesca con mosca que podría hasta ser un arte (04)y poco tiene que ver con la pesca “deportiva”, que mal que le pese a muchos tal vez no exista. O si existe no se tratade la pesca que tratamos aquí. Debería dejar de usarse este término“deportivo”. Por lo menos turísticamente habría que evitarlo, yaque el enfoque bajo el cuál la actividad de la pesca podrá sobrevivirdebería ser recreativo, educativo y hasta artístico. Pero no deportivo.Si competimos a ver quien saca más peces y damos un auto como premio,los peces van a pagar cara nuestra codicia. Algo muy lejano a nuestranecesidad de recrearnos y hasta de cazar para alimentarnos, como ocurre en el resto de las cadenas que sostienen estos maravillosos yfrágiles ríos, arroyos y lagos.
Acá hablamos de otra pesca. De una actividad casi solitaria, gratuita y contemplativa, mediante lacual principalmente entablamos una relación profunda de respeto con el ecosistema, más un ingrediente social y comercial mínimo indispensable.No al revés.
Desde que el Hombre (Homo sapiens)cultivó vegetales y crió animales para su subsistencia, la caza yla pesca fueron dejando de ser una necesidad y se transformaron de apoco en recreación, para mantener satisfecho el residuo del depredadorque fuimos en nuestros antepasados. Naturalmente, el deporte quedalejos.
La llamada pesca “deportiva” semanifiestaba hasta hace muy poco en cientos de peces muertos, bañadosen sangre y colgados de una ganchera como punto culminante de “LaFiesta del Dorado” (05), que para el pobre dorado (Salminus maxillosus) noera ninguna fiesta ni lo es ahora, aunque los pesquen y devuelvan. Sílo era para todos esos Homo sapiens “deportivos” que se quejaron siempreaño tras año porque había menos Salminus maxillosus cuando, justamente,una de las causas de su desaparición eran las matanzas “deportivas”que ellos mismos hacían. Cuando sacar un dorado bueno llegó a la categoríade “milagro” dejaron de matarlos en los concursos.
Las personas que participaron uorganizaron esas fiestas deben saber algo importante: casi todosmatamos peces alguna vez. Es entendible, sólo que se trata de una conductasocial que, dada la realidad del daño al ecosistema, habría que cambiaro moderar. Como tantas otras mucho más importantes si se trata de queel planeta Tierra no se transforme en un lugar hostil de habitar paranosotros. Los cambios climáticos y catástrofes ecológicas productode la soberbia y ambición humana cada vez más frecuentes hablan de unpresente ya bastante complicado en materia ambiental. Es triste decirlo,pero las consecuencias de nuestra ignorancia ya las sufrirán personasque amamos y conocemos, como nuestros hijos y nietos.
Así que basta entonces de concursosde pesca. ¡Y menos de mosca! Ni siquiera resultan constructivos esosen los que se devuelven los peces. Atentan contra la esencia verdaderay valiosa de este pasatiempo, fomentan rencores, ocultamiento desecretos que deberían compartirse, peleas y hasta competencia deslealcon trampas entre los mismos pescadores para ganar. ¡Qué lejos estátodo eso del arte y de entablar un contacto profundo con la naturaleza!No hace falta realizar concursos para enseñarle a las personas asoltar los peces. Con iniciar encuentros de pescadores gran parte delatractivo de la actividad estaría asegurado. Y para cuidar los peceshay que hacer un planificado trabajo de educación en este sentido, empezandopor las escuelas ribereñas, a mediano plazo los resultados serán mejoresy duraderos. Porque muchos de los que sueltan peces obligados por losconcursos cuando van a pescar solos matan todo.
Competir en pesca es como jugaral fútbol sin arcos, se pierde la esencia. A las truchas no se les pregunta“¿querés jugar a la pesca?”, solo vamos, invadimos su medio y las pescamos,pero no celebramos una competencia con ellas ni deberíamos hacerloentre nosotros porque es evidente la necesidad de reconocer que laesencia de la pesca hoy debería ser otra. El deporte es competitivo,la pesca es contemplativa.
El deporte, hoy saludable, recomendabley divertido, se ha desprendido de la guerra. De competencias entrehombres y naciones que antiguamente se celebraban en campos de batallay ganaba el que mataba a más de los contrarios. Las raíces del deportetienen más que ver con enfrentamientos armados que con la necesidadde atrapar un animal para comerlo. Convertir en deporte a la PCM es meterlaen la máquina de picar carne de este sistema voraz que reproduce bienesde consumo y confort a gran escala informándonos principalmente sobrecómo consumirlos, generando actitudes egoístas, masificadas y pocoimaginativas en las personas. La PCM es un arte que en mentes inquietasincita a la creatividad y allí está su riqueza.
En esto Ud. tendrá la oportunidadde escribir páginas nuevas cada día, solo tratando de atrapar un pezcon unas plumas atadas a un anzuelo, y casi nada más. Aquí podrá encontrarsu medio de expresión, desarrollará habilidades nuevas y descubriráotras que tenía ocultas. Así es como nos topamos con cajas de moscas perfectascuya mayoría jamás tocó el agua y con otras llenas de cosas espantosaspero todas mordidas por las truchas. Allí, cada quién encontró su mediode expresión en la PCM. Ambos la practican, uno muy probablemente viva pescando, el otro va a pescar poco pero jamás se aburrirá solo en sucasa. En esto el gol puede estar fabricando una buena mosca, haciendoun buen lanzamiento o descubriendo dónde hay más peces. Caminará porlugares que llenarán su alma de placer en busca de un pez y encontraráque contemplarlos se parece mucho a respetarlos.
Y vamos llegando al hueso del asunto,amigo o amiga. A través de este arte milenario llamado pesca conmosca las personas en general tienden a comprender y respetar elecosistema.
Es común escuchar que “los mosquerose stán locos porque sueltan los pescados”. Supongamos que estamos locos,pero somos unos locos que no matamos a nadie, ni a los peces.
Es perfectamente posible que parafanatizarse en la PCM haya que estar loco, pero casi no importa larazón por la cuál Ud. suelta por primera vez un pescado, aunque le digan“loco”, cuando a todos los anteriores les había pegado un garrotazoen la cabeza. Allí pasa algo, no hay dudas. Hay quienes tal vez los suelten por una postura y no por un compromiso real con el ecosistema en todas sus otras actitudes. Otros para no sentir culpa. Otros porque no les gusta el pescado. Otros porque les encanta ver como salen nadando, a veces lentamente como agradeciendo, otras veces como un rayo, desapareciendo y mojándonos la cara. Pero a todos les pasó algo en su interior en elacto de respetar la vida de un pez, algo que hasta hace minutos tenía muy poca importancia. De pronto, esa vida es importante y, entonces,toda vida es importante.
He visto a personas llorar soltandoun pez.
También debemos comprender que hay hambre en Argentina, más de la que muchos creen o quieren ver. Si larazón verdadera es esa, no hay discusión: mate y coma. Hay desempleo y una trucha de 4 kilos entonces tiene un valor que muchos mosqueros aveces ni pueden imaginar cuando se discute sobre cuestiones de reglamentosen las asociaciones o clubes. Corta la bocha: si hay pibes esperandoese pescado en la mesa, el reglamento de pesca es una cosa ridícula.Para muchas familias, comer arroz solo, o no, depende de como le haya ido a Papi y los hermanos más grandes con la pesca. Solo imagine sus caritas satisfechas después de terminarse una marronota de esas con las quenos sacamos fotos vanidosamente. Nada que reclamar, familia. Uno sabe.
Sin embargo, no hay excusa parauna camioneta 4x4 con lancha que lleva 20 truchas muertas a bordo. Esono es hambre, es falta de educación mezclada con codicia y egoísmo, quees mucho peor. Algo feo, feo, mi amigo o amiga y un pésimo ejemplo paranuestros niños.
El furtivismo comercial es otro palocomplicado porque quien pesca para vender también lo puede hacer paraalimentar a su familia, pero allí entra en juego el dinero y eso locambia todo. Hay también quienes matan y venden truchas para no trabajar.
Podría tener solución detectando aestas personas y mediante programas de inclusión y capacitación transformarlosen trabajadores de la pesca por el lado turístico (guías, pilcheros, choferes oatadores de moscas). Hay por otra parte personas que sienten un círculoque no cierra si no se comen lo que pescan. Es entendible, sin embargoel problema es otro círculo que no va a cerrar si no cambiamos: el denuestra propia subsistencia. La terrible depredación de la que son objetolos mares (06) ya llega a niveles preocupantes y el desperdicio dealimento y recursos que implica la industria pesquera moderna esuna mueca de burla a los niños hambrientos del mundo.
Soltar un pez no va a parar la contaminaciónminera de los ríos que se trata de ocultar desde el poder o el impactoambiental de las represas, pero quizás sea una actitud disparadorade muchos otros cambios en las comunidades que necesitan de esos ríosargentinos, considerados como tesoros únicos en el planeta, paratener trabajo y mantener a sus familias a través del turismo, una actividadque dará bienestar por muchos años si es manejada en forma racional.Cuando un pescador deportivo visita su pueblo para pescar, se alojaen sus hoteles, compra en sus kioscos, come en sus restaurantes y carganafta en sus estaciones de servicio por varios días generandoingresos que se redistribuirán en la comunidad. Todo para pescar a veces solouna de esas truchas o salmones. Encima, este tipo de pescador sueltalos peces para que otros tengan la oportunidad de disfrutar de una actividadrecreativa de altísima calidad.
Con la práctica de este arte milenario,muchos mosqueros soltaron peces y cambiaron un hábito que beneficiaa todos, incluso a los que matan peces, porque si algunos los soltamossin dudas ellos tendrán más peces para matar.
La captura y suelta se reflejaahora en la Argentina, y desde hace un tiempo, en pescadores de otrasmodalidades como el Spinning y el Trolling (07), que también devuelvenlos peces, aunque en el caso del Trolling la tasa de mortalidad es alta. Sedebería revisar el impacto de esta modalidad de pesca para lossalmónidos y buscarle una alternativa, ya que actúa directamente sobrepeces grandes, en muchos casos de talla trofeo, lo que baja las tallas de lapoblación al extraerlos. Por otra parte, una cosa es ir a pescar y otra pasearen lancha disfrutando del mejor salamín picado grueso con vino tinto,música, una ecosonda y un señuelo a 20 metros abajo buscando que seenganche algo. Otra vez el arte parece estar lejos. Pero si por ejemplohace Trolling a remo, a Ud, hasta habría que regalarle el carnet depesca. No hay discusión, es un arte de señuelo artificial acompañadode un esfuerzo personal importante.
Perdón a los amantes del trollingpor estas crudas descripciones, pero no se alejan un centímetro de larealidad. Sin embargo para Uds. la buena noticia es que si son pescadoresde verdad, serán capaces de empuñar una caña de mosca y llegar un pocomás alto en esto de atrapar un pez con un artificial, y no es tan difícilni complicado.
Si a Ud. le gusta pescar, seguramentequiere que haya peces en los ríos, ¿verdad? Entonces no los mate. Por muchasrazones, pero tal vez la principal sea que ya hay mucha muerte en estemundo.
Con este pacto entablado conellos de soltarlos a cambio de liberar nuestro placer de cazar, tal vezno compensemos el mal momento que le hacemos pasar mientras nos divertimos.Es un pacto en el que el pez no tiene decisión ni participación aligual que en el enfoque deportivo de la pesca. Sin embargo, en el actohay un paso positivo hacia el respeto que merecen por tratarse, nadamenos, que de la pieza sin la cuál el resto de nuestra pasión pescadorano tendría sentido. Y eso es prácticamente innegable.
Tampoco debemos creernos buenospor soltar las truchas. Ser una buena persona debe reflejarse tambiénen muchos otros aspectos de nuestras vidas. Pero hay algo de vivenciaespiritual en esto de pescar y no matar. Una persona que suelta los pecesen ocasiones inicia un camino que hasta le ayuda a superar problemaspersonales, salidas a malos momentos, rescates emocionales a travésde una buena actitud. Tal vez podamos sentirlo al soltar el primero,o con el tiempo a medida que vamos respetando sus vidas, tan frágilescomo las nuestras.
Siempre escuchamos que se dice“pez” cuando está vivo y “pescado” cuando está muerto. Pues pareceque le hemos cambiado algo del significado a esa palabra porque cadavez hay más pescados vivos.
Y llegamos al hueso: la pesca conmosca le hace bien a las personas. Algo así como una buena terapia medianteun amplio grupo de canales recreativos y expresivos que incluyen unprofundo contacto con la naturaleza, actividad artesanal, emociones,camaradería, turismo, ejercicio físico, incorporación de conocimientossobre el ecosistema, entretenimiento, vivencias en el plano espiritualy coordinación psicomotriz. A través de este arte es posible educara las personas en la adquisición de conductas no agresivas para elecosistema con resultados muy positivos, rápidos e indudablementeduraderos. Y debería hacerse desde un enfoque popular, por lo tantoUd. que está leyendo esto es parte vital e irremplazable. Olvídesede los gobiernos de cualquier color o lugar, que tienen ya bastantesproblemas empezando por la desnutrición infantil y terminando porla corrupción. Si ayudan, mejor. Puede iniciar algo Ud. o trabajar conalguna Asociación de PCM si no es de esas que solo se juntan a dar cursos,discutir reglamentos y comer asados. O si es, quédese para cambiarla.
Si a Ud. le gusta enseñar y es mosquero,eduque. Forme pescadores concientes del tesoro que descansa en susmanos. Es la única que nos queda, porque por cualquier otro lado la peleacontra la ignorancia estará perdida y las truchas con todos los otrospeces, animales y plantas serán conocidos por nuestros nietos en DVDo en zoológicos mientras juegan a la pesca en un Play Station o una PC.Y nuestros ríos alambrados, custodiados por perros y armas para alquilarlosa extranjeros por cifras que ya hoy, en algunos lodges privados y porseis días de pesca, equivalen 16 veces al salario mínimo mensual de lostrabajadores argentinos (08). Sí, leyó bien.
Aunque pueda haber iniciativasaisladas, es increíble que los genios administradores de nuestro sistemaeducativo no hayan visto aún el potencial que tiene la PCM como vehículode educación ambiental. Debería ser de enseñanza obligatoria en escuelasde comunidades cercanas a ambientes de pesca considerados de calidadmundial, como en toda la Patagonia, tanto en Argentina como en Chile.Imaginemos lo que podría pasar en otras partes. Imagine el Paraná concomunidades de mosqueros que sueltan los peces. Se generarían de maneralocal pequeñas actitudes genuinas y populares en beneficio delecosistema con grandes y duraderos resultados. Además de salida laboraly posibilidades recreativas de altísimo valor para las personas,entre una lista de beneficios que si pensamos sería larguísima. Y todoeso con muy poco amigo o amiga, con educación.
A 20 pasos de aquí, corre el increíbleLimay. Estamos a unos 10 kilómetros río arriba del centro de Neuquén.Se pescan truchas hasta en la puerta de esta pequeña casa, por supuestomucho menos que hace 20 años. Todo esto a pesar que hace unos días, comotantas otras veces anduvieron pescadores con redes y que todos losdías se pesca con carnada o con cualquier cosa. Y que muy cerca río arribase descargan los líquidos cloacales de Plottier dándole al agua un aspectooscuro a veces. Además: lanchas, jet ski, basura, pesticidas, nylona montones... así y todo, aún el río vive y se pescan truchas hasta enel balneario más céntrico de Neuquén, río abajo. Sólo imagine lo quesería hoy el gran río Limay al atravesar el conglomerado urbano másgrande de la Patagonia si a sus niños, hace sólo 20 años, les hubieranenseñado en la escuela que la pesca con mosca es algo divertido y que alas truchas hay que liberarlas. Tendríamos un destino de pesca internacionalcon docenas de guías trabajando, altas posibilidades recreativaspara los habitantes y movimiento económico sin dañar un ecosistemaque sin dudas contiene alimento y condiciones para albergar una poblaciónde salmónidos que envidiaría el mundo. Se trata de “tail waters”,aguas abajo de una represa compensadora con estabilidad térmica yde caudal (09). Ser testigo de la vida que florece y fluye a través deél viviendo en su costa todas las estaciones del año es una enriquecedoraexperiencia. Los biólogos y quienes pescan hace mucho por acá sabenmuy bien el potencial de este y muchos otros ríos de la Patagonia.
Podríamos disfrutarlos de una maneradiferente. Comencemos por no arrojar nunca más basura, ni un papel.Nada. Tal vez terminemos soltando los peces y para comer llevaremossandwichs. Son tan ricos como un lomo al champignon luego de una arduacaminata por el río, sentados con los pies en el agua mientras miramosa una garza haciendo lo mismo que nosotros: pescando. Sentirá que esaGarza es su respetuosa compañera aunque se coma los peces que Ud. deseapescar. Porque hace lo que debe hacer para que todo mantenga su justoequilibrio. Entonces, otro pescador nacerá dentro suyo.
Tal vez un artista.
Efrain Castro
La Herradura, costa del río Limay,Plottier.
Provincia del Neuquén. Agosto de2006.
(01) - Argentino. Campeón Mundialde Windsurf en el año 2.000.
(02) - No es lo mismo que un coleccionista,porque no todas sus cosas las adquierecon el fin de usarlas. Hay allí un interés histórico o de especializaciónmuy respetable. Acá hablamos de tipos que sufren un consumismo desenfrenado,para ser claros.
(03) - Jujuy, Salta, Tucumán,Catamarca, La Rioja, San Luis, Córdoba, San Juan, Mendoza, La Pampa, BuenosAires, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
(04) - Al llamar “arte” a la PCM no sepretende discutir si lo es o no, sino afirmar que por sus preceptos, práctica yhasta posibilidades expresivas podría serlo.
(05) - Fiesta del Dorado... y delSurubí, del Pacú, de la trucha, del Pejerrey y de cuánto bicho aniquilaronhaciendo competencias. Hasta en una de esas “fiestas” (o en varias, vayaa saber) para entretener a los que no pescaban les organizaron una¡carrera de lanchas!, algo con un impacto tremendo en el ecosistema. ElEstado Argentino mediante su Secretaría de Turismo sigue apoyandoeste tipo de “Fiestas” en las que nos juntamos a molestar bichos en masay chuparnos 2.000 damajuanas de vino. Nada que ver con la pesca eso señores.
(06) - En particular nuestro MarArgentino.
(07) - Modalidad de pesca en la que elseñuelo es arrastrado por una embarcación a motor o remo.
(08) - La semana de pesca (6 días) enla Estancia María Behety de Tierra del Fuego se está cobrando casi 8.000dólares, es decir 40.000 pesos argentinos. El salario mínimo en la Argentina esde $2.500.- ¿No hay algo que no le cierra a Ud. y en cambio sí le está cerrandoa los operadores, guías y dueños de Estancias? Ellos explotan un recurso que esde todos, cosechan todos los beneficios y ni siquiera los comparten con lascomunidades ribereñas. De alguna manera esto debería cambiar.
(09) - Las más altas tasas decrecimiento en salmónidos salvajes de agua dulce se dan en las llamadas “tailwaters”, aguas abajo de una represa. Arroyito es compensadora de un monstruocomo el Chocón. Sin embargo, ese papel hoy lo cumple muy poco, ya que desde laprivatización de las represas la generación pasó a ser prioridad y al río loprenden y apagan como a una radio. En invierno de 2006, los pobladores costerosdebimos soportar inundaciones históricas por generación de energía cuando lasrepresas estaban muy lejos de rebalsar. No obstante, las truchas y toda la vidadel Limay luchan por desenvolverse en este ecosistema tan impactado por laactividad humana.
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