10/3/15

Enigmas del arte milenario de la pesca

hn Lurie concibió en 1991 una de las mejores y más bizarras series de televisión de la historia. Fishing with John consistía en que el ideólogo y saxofonista de The Lounge Lizards -y actor en Stranger than Paradise Down by Law- invitaba a un amigo famoso a pescar en alguna parte del mundo. En cada capítulo aparece un invitado: Jim Jarmusch, Matt Dillon, Tom Waits, Willem Dafoe, Dennis Hopper. La serie duró seis capítulos que todavía pueden verse en YouTube.


Es el día de hoy que suelo preguntarme qué habrá pasado por la cabeza de Lurie para que se le ocurriese llevar adelante un ciclo en el que salía a pescar con algún amigote famoso. Amigotes, además, que no tenían la menor idea en esas artes y, mucho menos, interés. Por eso, los momentos sublimes de la serie son precisamente aquellos en que no sucede nada, es decir, la mayoría del tiempo. Hay magia en el rostro de Waits cuando -por mencionar un pasaje- se aburre con una caña arriba de un barco en aguas de Jamaica.
Esto viene a cuento de que no hace mucho viví mi propio momento Fishing with? en una escapada a Entre Ríos. "Hay podrido". Una frase así, escrita con tiza sobre un pizarrón al costado del camino, no puede -ni debe- dejarse pasar. "Carnada viva", decía más abajo, y entonces decidí acercarme al extraño puesto a ver qué pasaba.
Desde el otro lado del mostrador, una mirada poco amistosa me indicó unos vasitos de plástico con tierra: "Lo mejor para vos es la lombriz", me dijo. Nos llevamos uno de esos vasitos medio escondidos entre las ropas y partimos, junto con mi amigo Dani -que en su vida había empuñado una caña, cabe añadir- a buscar la mojarrita gigante, una extraña especie muy codiciada entre los pescadores de la zona.
Dimos muchas vueltas y llegamos a un riacho después de recorrer bares de mala muerte y emborrachar a viejos guías de Gualeguaychú con el fin de que dejaran caer un buen dato. La tarea fue difícil: nadie está muy dispuesto a develarle el dato a dos forasteros con caras de listos. "No, pero eso sale con pasta", anunció de pronto uno de los expertos. "¡Ahhh, bueno! Nos durmieron con la lombriz", me dijo Dani, un poco angustiado.
La pesca es una actividad extraña. ¿Qué pasa por la mente de un tipo que espera horas y horas a que se mueva la puntita de una vara? No sé. Lo que sí sé es que en la Argentina se practica muchísimo: hay excursiones que salen hasta desde el Obelisco. Las combis aceleran de madrugada cargadas de gente, en su mayoría hombres de rostros severos. Llevan siempre una caja como de herramientas y varias cañas envueltas en lonas; a veces añaden una botella de ginebra. Todos, según puede intuirse a simple vista, saben un poco más que el resto, y se supone que dentro de sus ilusiones más hondas nadan los peces que van a capturar un poco más tarde, para no defraudar a la patrona que los dejó escapar.
Hablo, por supuesto, del pescador raso, el de la carnada "podrida" y "viva", que odia a quienes pretenden transformar el oficio en un deporte de elite, pesca con mosca, catch and release, señuelos sin olor ni mugre. La carnada "podrido" consta de tripas de pollo infestas de varios días; "pasta" es una mezcla de granos de maíz -aunque parezca increíble los peces comen eso- con una execrable sustancia pegajosa, y la "viva" son pequeños animalitos -crías de peces también- que se pinchan en el anzuelo como vienen.
El que pesca con mosca no se siente parte de la tribu de quienes encarnan para tentar a su presa. Lo de ellos es "deportivo", un deporte de caballeros, porque utilizan señuelos o "moscas" para atraer la atención de los peces y equipos estilizados y pequeños; eligen bien el look antes de salir a pescar y no van en grupos masivos. Suelen elegir paisajes paradisíacos para perderse en sus pensamientos y, sobre todo, suelen manejar una nomenclatura especial e indescifrable para quienes no saben de qué diablos va eso del fly cast.
Tras varias horas de bañar nuestras lombrices sin que ninguna mojarra cayera en la trampa, desistimos. Suele incluirse a la pesca en el mundo de los deportes porque ejercita la paciencia. Entrenarse en esperar que algo ocurra no es fácil. Menos a las cuatro de la madrugada y con frío. Los pescadores son personajes raros, fascinantes y un poco épicos. Salvo excepciones (la obra de Ernest Hemingway es una de ellas), el de la pesca es un mundo poco retratado. Imagino que ese vacío hizo que Lurie los eligiese como tema central de su serie. El resultado es un objeto de culto.
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