15/8/14

LOS CUENTOS DEL ABUELO DICK, El nene del tren

LOS CUENTOS DEL ABUELO DICK
El nene del tren
Hace ya unos diez años, tal vez, volvía de Constitución para Temperley en el Roca. El sol poniente y el viento entraban por la ventana, no hacía ni frío ni calor. Frente a mí estaba sentado un chico de unos 8 o 9 años junto a su papá.

Pasó el vendedor de helados gritando con voz ronca e impostada, el pibe lo miró y después lo miró al padre como pidiendo pero sin pedirle nada. Todos los que estábamos en ese tren éramos gente común y corriente. Algunos podían comprar un helado y otros no.
El padre trató de disimular el hecho de no comprarle un helado a su hijo a pesar de que la situación era la adecuada. Se veía que eran gente que no le sobraba la plata – me molesta decir “humilde” cuando en realidad no tiene nada que ver con el carácter sino con el bolsillo-.
Era gente pobre pero también se veía que el padre le había dado esa cañita al chico que le iba a durar mucho más que un helado. Imagino que le había dado esa cañita para que pasara largas horas en contacto con la naturaleza como quizás lo había hecho él en su niñez.
En cuanto me senté, el chico miró una cañita de pescar que sostenía entre sus piernas con cierto orgullo y volvió a mirarme. Su intención era mostrarme que era el dueño de esa cañita, era evidente que la valoraba mucho. El anzuelito y la boya estaban cuidadosamente enroscados. En la parte inferior tenía una piola de albañil prolijamente enroscada para poder manejarla mejor. Eso era obra de su padre, se notaba que alguien la había modificado con mucho cuidado.
Miré al chico a los ojos y le hice un guiño como compartiendo ese aprecio por su querida cañita.
Pasaron unos minutos y siguieron pasando los vendedores ambulantes con las más disparatadas mercaderías, desde CDs hasta corpiños armados con encaje. Pasó un ciego que cantó una canción inaudible en medio del traqueteo, su hijita pasó la gorra con poco éxito. Finalmente, entró un vendedor que tenía la particularidad de hablar recortando algunas de las sílabas de algunas palabras, por ejemplo decía:
-Vengo a …rese…tarles est.. …roducto ectamente de jpón…
Era muy curioso, como no tenía habilidades orales siempre traía algún producto bomba, es decir, un producto al que nadie podía resistirse. En este caso, abrió un bolso y :
-Engo un….moso …quipo de …esca en su blíster…riginal a …olamente $10 esossssss, ..con…iene una …aña de… de ….idrio y un ….eel cargado con ….aylon ….ecial ….iez …nzuelossss y seissss …oscassss …tificialesssss que le seguran …xito ..eguro en la …esca. No ..e lo ..ierda…!
El chico vio el blíster con el equipito y se le abrieron los ojos a más no poder. Lo miró al padre quien miraba por la ventana para evitar la situación.
La cañita del chico había perdido totalmente la importancia que tenía antes de ver la …ercadería …el …eñor del ….quipo .e …esca.
Me miró a mí y ….me mató!
En milésimas de segundo reaccioné y tomé al .eñor ..e …blaba raro del antebrazo y le señalé que quería dos equipos. El …eñor de ..os quipos de …escar me miró medio sorprendido, nadie le compraba de a dos.
Le pagué al vendedor y mirando al padre le alcancé el equipito al chico que no entendía lo que pasaba. El padre vio que mi regalo no tenía intenciones de menoscabar la valiosa cañita del chico. Nos entendimos enseguida, una mirada, nada más. No hablamos ni una sola palabra, ninguno de los tres. El chico buscó la anuencia de su padre antes de aceptar mi presente. El padre asintió y el chico abrazó el equipito de pesca con todas sus fuerzas.
Yo me sentí muy bien. Cada tanto recuerdo el momento y me convenzo más que, a veces el que da en realidad recibe mucho más que el que recibe.
Después de todo, todos sabemos que cuando uno es chico cree en Papá Noel, después cuando pasa el tiempo ya no cree en él, pero finalmente cuando uno es mayor, uno ES Papá Noel.
Dick Keller

No hay comentarios: